Pérdidas.
Por: P. Davish. Perdimos ante la delincuentes y seguiremos perdiendo cada día más terreno como país y como sociedad ante una delincuencia que hoy se descubre más fuerte y poderosa, porque la delincuencia descubrió que regalando dinero, haciendo obras y contratando personas en comunidades desde halcones hasta cómplices, encontró el apoyo social que necesitaba para lograr TOTAL IMPUNIDAD, apoyo que se percibe en las calles y se lee en cada noticia donde se presenta alguna nota sobre detención o aseguramiento de camionetas y predios, porque la gente los envolvió en una capa de justificación equiparándolos con modernos Robin Hoods que les quitan o le roban a los ricos para dárselos a los pobres. Siempre declaré que no escribo para todas las personas, a pesar de que muchos o pocos puedan leer lo que publico en una columna de opinión, no escribo para todos, escribo para los buenos, porque sólo en ellos hay tierra fértil para recibir estas líneas, y el gusto por escribir columna es cada día menor porque cada día hay menos gente buena, no está de moda ser bueno en México y menos en Tepeji y lo que es más, hoy el bueno es mal visto, es comparado a un bobo por esforzarse en la escuela y en un empleo o negocio, el malo y la gente perezosa los ve con envidia y tarde que temprano enfilados en la delincuencia le irán a tocar su puerta para “ofrecerle” ayuda, dejándolos en paz a cambio de una renta mensual, so pena de que en caso de no aceptar la “ayuda” algo malo le puede pasar a él a sus hijos o a su negocio, los delincuentes lo ven como tonto porque para ellos no hay necesidad de dedicarse toda una vida a estudiar y romperse la espalda 18 horas en el trabajo si ellos apenas sabiendo leer y escribir y “trabajado” a ratitos con un arma de fuego pueden ganar más que ellos (y perder el dinero tan rápido como lo “ganan” debido a que no tienen cultura financiera y todo o la mayoría se les va en alcohol, drogas y mujeres y sus gustos estrafalarios y ridículos en ropa y autos). Aclarando lo anterior debo decir que siempre busqué impulsar en los buenos lo mejor de ellos, pensando o creyendo que con nuestro esfuerzo y nuestro ejemplo podríamos alentar cambios en nuestros entornos que pudieran ayudar al país, pero para empezar siempre dije que los buenos éramos más, pero al final me doy cuenta que sí somos más, pero en realidad es que somos más cobardes, que en realidad los buenos no pueden ni quieren desarrollar un interés auténtico por otra cosa que no sea ellos mismos y sus familias o amigos (porque viven en micro esferas de mentira), porque en realidad el bueno en su mayoría es apático y suele decir que no le interesa porque siempre es lo mismo principalmente en la política, se justifica esperando que eso que sabe que se debe hacer, alguien más lo haga. Quien viniendo desde la completa pobreza por su esfuerzo y dedicación en la escuela y en el trabajo logró llegar a una posición privilegiada en la vida, es alguien que tiene ese reconocimiento, no el mismo reconocimiento de que quien siendo hijo de papi y más empujado o arreado por sus padres logra ser alguien estable con el paso de los años (y dejando su inmadurez) y logra hacer crecer la herencia de sus padres (porque sólo encima de ellos tendrían lo que tiene) también es de reconocerle su éxito, pero hoy ambos perfiles están amenazados por quien siempre fue perezoso, por quien nunca se esforzó y buscó la diversión el placer y el mayor beneficios a costa de su menor esfuerzo, por quien odió la escuela, porque en su frustración ellos se justifican asegurando que no tuvieron oportunidades en la vida y por ende ven en la delincuencia “un acto de justicia social”, por tanto creen que son delincuentes como única alternativa para salir de su miseria, se mienten a sí mismos y con cinismo incluso se encomiendan a Dios y a santos que no existen, para que los “proteja y salgan bien librados en el tiro que se van a aventar” es decir, le piden a Dios los proteja y ayude para robar, asaltar, extorsionar, violar o matar sin ser detenidos. Perdimos ante la delincuencia porque incluso descalificamos, reportamos y atacamos a la policía que nos ofrece ayuda, basados en la opinión de que todos son malos, lo cual es una gran mentira, los descalificamos y los tratamos mal pensando que están para servirnos, y por ende deben tolerar cualquier mala palabra que les queramos decir, perdimos porque en todos ellos vemos lo que sólo deberíamos ver y señalar en unos cuantos, los malos elementos, porque no debemos jamás generalizar lo que ocurre con un mal policía creyendo que todos son malos, no queremos ver en ellos lo mucho de bueno que hay, su esfuerzo y dedicación y es mas fácil decirles cualquier mala palabra, mostrarles hostilidad y negatividad, hasta que un día necesitas en realidad de uno de ellos, de su ayuda o protección y entonces te das cuenta de lo que exponía, que no todos son iguales y vale la pena reconocer a los buenos elementos y que todos necesitamos dejar de lado el chisme de que “me maltrató y me robó”, para que en caso de ser víctimas de un mal policía denunciarlos con pruebas y testigos, para que quienes sean malos elementos y con pruebas, no mentiras ni chismes, sean retirados de esos puestos. Incluso vamos más allá, perdimos ante la delincuencia, porque a pesar de quejarnos de los malos policías, son los que queremos cuando nosotros cometemos una infracción o somos detenidos por un delito, entonces el policía malo se convierte en bueno “porque nos tiró paro” al manejar ebrios, porque nos encontró con droga y ahora por ser un buen policía (con ellos) recibirá su mochada mensual o porque nos agarró robando y aunque nos llevó detenidos en el camino nos liberó a cambio de darle lo robado. Perdimos desde la delincuencia incluso desde lo más elemental y básico de nuestras vidas, en nuestra calle, nuestra colonia, porque toleramos y alentamos al delincuentillo de barrio que en cada esquina o tiendita consume droga o se embriaga (hasta lo defendemos si tratan de detenerlo) y le alentamos sus conductas antisociales invitándole una cerveza, esperanzados en que tal vez esto evitará que nos roben gracias a la “amistad” y a que crecimos y vivimos con ellos y son nuestros “cuates”, todo ello a sabiendas de que roban en casas, de que a diario se drogan o que abiertamente se dedican a vender drogas o al huachicol, perdimos porque incluso los dueños de tienditas los toleran porque les cuidan el negocio, porque son sus amigos y a ellos jamás les harán nada, porque incluso les compran lo robado, muy barato, porque creen que a ellos lo malo no les tocaría jamás a sus puertas, pero están muy equivocados pues tendrán hijos o hijas y en el peor de los casos serán atractivos o atractivas y los mismos delincuentes querrán salir con sus hijos o hijas con los consabidos resultados de ser parejas de gente inestable y perezosa, resultará en embarazos no deseados, relaciones tortuosos y eventuales divorcios en donde sus hijos sufrirán ¿que esperaban que sucediera si ese era el entorno que les ofrecieron a sus hijos?. Perdimos ante la delincuencia porque evitamos crecer en un empleo de 8 horas en una fábrica y buscar otro ingreso en las parcelas familiares o estudiando para tener otra expectativa, porque hoy el que trabaja así es visto como tonto, como un pendejo, para que trabajar así como burras si por avisar que entró la policía a tu pueblo te pagan, y de ahí a la cumbre, empezar de halcón los 12 o 13 años y en breve traer camioneta ropa cara (que nunca les luce) y un trocón en donde suena a todo volumen la música más espantosa del mundo, todo para llamar la atención y que vean como ha crecido gracias a su “trabajo” y a encomendarse a santos que no existen (pero los llevan bien colgados en sus pescuezos), para qué esforzarse tanto si con unas horas de robar y vender la gasolina, asaltar autobuses o camiones con mercancías o robar deja más. Perdimos ante la delincuencia porque además les aplaudimos a estos delincuentes, nos queremos hacer sus amigos, convivimos con ellos cada viernes o fin de semana y nos sentimos orgullosos de su amistad, incluso terminamos haciendo negocios, comprándoles cosas y hasta lavándoles el dinero, pues si gracias a su amistad se puede hacer dinero sin mancharse las manos (eso creen) pues que mejor, pero que no olviden jamás, que aunque no roben como ellos, lobos son, y son parte de su manada o banda de maleantes, y que al exponer a sus hijos a la amistad de ellos, entonces ustedes mismos los han puesto en peligro. Perdimos ante la delincuencia porque vemos al político (creyendo que todos son ladrones y malos) y al policía como al malo, y al delincuente como bueno, incluso las películas ,el cine, las mini series y la música encumbra y ensalza a los narcos, a los asesinos y a huachicoleros como sendos y auténticos héroes y ejemplos a seguir, porque esa música busca encumbrarlos y que la gente les rinda culto y por ende les dé protección, y siendo que los malos son a sus ojos los buenos, pues que mejor que recibir sus dádivas, es decir dinero, viajes, obras, calles, electrificaciones, que importa de donde venga el dinero para esas acciones si es para un bien, y en ese camino hasta la iglesia ha cedido y hasta la iglesia está a favor de obras pías con dinero sucio. Perdimos ante la delincuencia porque enojados por el alza de la gasolina y creyendo estúpidamente que Pemex “es de todos”, pues entonces porque no comprar gasolina robada, y ayudarle al huachicolero/asaltante de trailers y ayudarnos de paso, pues estando tan cara la gasolina lo que hacen los delincuentes en realidad es “ayudarnos”, ignorando las vidas de bomberos y policías que se han perdido atendiendo emergencias en ductos, ignorando la vida de inocentes que se han perdida en fugas, ignorando a las familias a las que les han robado sus camionetas que son usadas para el robo en ductos, el miedo y pánico que provocan las fugas que dejan estas bandas, olvidando las desgracias que han dejado como las de Tlahuelilpan, ignorado que han generado una enorme violencia, para que ver todo ello si al final estúpidamente se cree que como Pemex es de todos no hacemos más que tomar lo que es nuestro, pero lo que realmente olvidan es de que producto de la renta petrolera se han construido escuelas, hospitales y carreteras y todo ello sí es de todos los mexicanos, claro que no por ello ignoramos el robo y corrupción en esta empresa, pero ese es otro tema que igual se debe atender. Perdimos además porque creemos que eligiendo cada seis años a una persona como presidente él nos deberá solucionar todo y sacarnos de nuestras malas situaciones, obvio que sí pueden generar programas, pero deben apoyar a quienes aplican su esfuerzo y dedicación en mejorar la economía de sus familias. Regalar dinero por regalar dinero nunca será la solución. Perdimos ante la delincuencia además porque el gobierno cree que con abrazos y no con balazos se va a solucionar el problema de inseguridad y muchos deciden aplaudir y apoyar esta medida más por necedad porque no quieren reconocer que así no se resolverá el problema porque además en esta “política” los delincuentes vieron una debilidad y ahora se han enpoderado y ya vieron que pueden ir por más, lo ocurrido en Culiacán da cuenta de ello. Perdimos ante la delincuencia porque no queremos participar en política y solo nos quedamos en redes sociales haciendo memes y mentando madres pero no somos capaces ni de ponernos de acuerdo, dialogar entre nosotros, dejar la comodidad de un colchón o una sala y salir a exigir cambios y manifestarnos, es más fácil ser revolucionario de Facebook desde la sala de mi casa y tener un nombre falso (como Tires) antes que dar la cara y dejar la comodidad de un empleo en un puesto federal (porque claro, no vale la pena una revolución si pierdo el empleo que mi papi me consiguió). Perdimos ante la delincuencia porque creemos que únicamente con becas para atender los orígenes del problema se resolverá, algo que por mucho que sea la solución será de largo plazo ante un presente que exige más medidas contra la delincuencia. Perdimos ante la delincuencia porque el miedo de meternos en lo que no nos importa nos bloquea, pero también porque es cierto que si denuncias incluso de manera anónima a números que la Sedena y el entonces gobierno de Fernando Miranda, ofrecieron al pueblo para hacer denuncias anónimas y exponer a los delincuentes, y que como lo denuncié en su momento a la entonces secretaria Municipal, María Antonieta López, que una persona hizo uso de esos números para hacer una denuncia y a los pocos días le marcaron al número desde el cual hizo la denuncia para amenazarla de que le bajara y dejara de hablar o la matarían, un verdadero escándalo generó esa nota que publiqué y que me hizo enfrentar toda la presión del Ejercito Mexicano por su intento de desdecirme, pero no lo hice y me sostuve con mi denuncia, pero que hoy me doy cuenta perfectamente, que los delincuentes están protegidos por distintos órdenes de gobierno y desde varias instancias y dependencias, no solo gozan el aplauso y protección de un pueblo que los ve como héroes sino que recibe pitazos y ayuda de Gente que está obligada a combatirlos, porque ellos mismos los que deben combatirlos van y ofrecen los nombres datos y direcciones de quienes denuncian a cambio de dinero, y eso hace que estemos perdiendo ante los delincuentes. Ya ni que decir de un sistema de justicia penal que hoy les da muchas bondades y que en realidad les favorece, ni tocando el tema de que su dinero (el cual nunca es tocado por el sistema bancario lo mismos que sus propiedades) les permite contratar muchos abogados para su defensa en caso de enfrentar procesos en su contra. Perdimos ante la delincuencia porque vemos un gobierno sometido ante los delincuentes, dispuestos a legalizar sus negocios y dispuestos a perdonarles sus pecadillos y darles un perdón, perdimos porque no queremos ver la dimensión de lo que significa capitular el estado de derecho y las obligaciones que le impone al estado ante su poder de fuego y económico, perdimos porque renunciamos a nuestras obligaciones en el estado por ser pragmático y porque vemos en el combate una política de gobierno errónea, del pasado, propio de presidentes fifis. Perdimos ante la delincuencia porque incluso las nuevas dependencias no se quieren enfrentar a los delincuentes, aun cuando los delincuentes los están masacrando y el gobierno no les deja usar sus recursos y por lo menos usar su poder de fuego para defenderse, abrazos, y no balazos, insisten desde Palacio Nacional como si fuera un mantra que evitará que los policías, marinos, federales o los soldados puedan evitar que una bala les impacte en la cabeza o una granada los haga volar en mil pedazos. Perdimos ante la delincuencia porque nos hicimos amigos de los delincuentes, porque entran en nuestras casas (otro caso es el de las mujeres, que por no querer trabajar y para recibir dinero fácil se convierten en sus parejas), hacen negocios queriendo hacerse pasar por gente honesta (porque en realidad les disgusta que les digan ratas, narcos o huachicoleros), porque les compramos lo robado a sabiendas de que vendiéndolo a precio regular ganaremos dos o tres veces más que comprándolo de un distribuidor por mayoreo, perdimos porque decidimos pasar por alto sus operaciones de lavado a través de los negocios honestos sabiendo que por cada operación ganaran el 5 por ciento o hasta el 15 por fingir operaciones de compra o venta que dejan continuas ganancias que les permiten darse enormes lujos, grandes casas, carros nuevos o cada año costosos viajes, ropa y demás. Hemos perdido porque líderes sociales, empresarios, gente con capacidad de sumar y hacer la diferencia para salir de esta situación, solo se preocupan de las dos únicas cosas que les importan en la vida, hacer billete y sus familias, creyendo que la inseguridad nunca lo padecerán, lo cual es similar a conducir un auto en una autopista con los ojos cerrados esperando a no chocar y llegar con bien a su destino. ¿Perdimos y que nos queda? Porque esperar a que el gobierno cumpla con su obligación y los combata y los encarcele, parece mas una fantasía, para muchos la solución para no ser sus víctimas ha sido aceptar el pago de piso, aceptar la extorsión, pagar el secuestro y una cuota mensual para que no los vuelvan a secuestrar, total, deberán trabajar de más o subirle el precio a sus productos o servicios, para otros la respuesta es seguirles dando para la cerveza en las calles con la esperanza de que al ser sus cuates los salven de ser objeto de sus robos o asaltos, para otros la respuesta ha sido volverse un delincuente, total entre ellos no se roban ni se secuestran aunque a veces entre bandas rivales sí se maten o eventualmente entre socios o integrantes de las bandas salgan mal y terminen descuartizados, pero para los buenos, para la gente buena de Tepeji, que hoy en día parece que es poca y que hoy ya casi no los identifico, para ellos solo les ha quedado rezar y vivir con miedo, esperando a que la desgracia jamás toque a su casa, pero esa también es una mera fantasía, porque eventualmente todos seremos sus víctimas, tarde o temprano seremos parte de las estadísticas y estaremos en los reportes de personas afectadas o hasta ejecutadas, y obvio que yo mismo no escapo a esa posibilidad por escribir esto y por hacer el trabajo que he hecho desde hace 20 años. FOTO ESPECIAL EL SOL DE CUAUTLA
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