Transcurrieron más de 10 años desde la última vez que cubrí la tradición cristiana conocida como Vía Crucis y siempre me reconocí como un católico poco ortodoxo, lejano a como la mayoría practica su fe, pues siempre he dicho que prefiero las manos que actúan a las voces que rezan.
Es decir, que siempre he sido el más crítico de los católicos, por eso este año la reflexión me llevó a plantearme acerca de qué es distinto de la muerte en la cruz de Jesús hace ya más de dos mil años en el cerro del Gólgota, y no me refiero a la obvia respuesta que es la tecnología, la cultura, el conocimiento y las costumbres, me refiero a lo más profundo, a los pensamientos y sentimientos de las personas.
Me planteo de manera arrebatada si hoy tuviéramos la opción de liberar a Jesús o a un moderno Barrabás ¿a quién elegiríamos? Y aunque a esta pregunta parece obvio responder que, a Jesús, la verdad es que con las actitudes de muchos católicos es obvio que en el fondo sus acciones se decantarían más por Barrabás.
Qué ha cambiado en la mente y corazones de muchos que profesan esta hermosa fe, la católica, teniendo en cuenta que los estándares de la iglesia reportan que cada día se pierden adeptos católicos frente a las iglesias cristianas del mundo, por ejemplo, debido a la crisis de abusos expuestos en la prensa de los Estados Unidos.
Viviendo el Vía Crucis hoy en Tianguistengo que es una comunidad sencilla en la que la mayoría se conoce, puedo contestar a manera de tesis que poco ha cambiado, ya que al igual que en el pasado, pocos siguen a Jesús desde su aprehensión hasta su muerte en la cruz, con dolor, a sabiendas del terrible dolor y el destino que le espera, otros miran desde la calle impactados y compungidos, les duele, pero menos y luego del sobresalto vuelven a sus vidas ordinarias, otros movidos por el morbo no dejan pasar un solo minuto del evento, a la espera de que al día siguiente o muy pronto suceda algo igual para poderle dar sentido a su vida vacía, los hay quienes escuchan la banda fúnebre y saben que a escasos metros de su casa están representando la Vida de Jesús, pero ya no tienen ningún interés, ni auténtico y menos fingido de irse a parar a poner cara de espanto.
Me tocó ver a dos ”adultos” con un six de cervezas en la calle y tomándose una cerveza esperaron a ver pasar el Cortejo fúnebre, de lo más dantesco que me ha tocado ver en un Vía Crucis pero de seguro, era algo que igual se pudo registrar cuando murió Jesús en la Cruz hace dos milenios.
El mundo católico así es, desde los más fervientes seguidores que no salen de las iglesias y suelen darse goles de pecho todos los domingos sin falta, hasta el más extremo como su servidor que a pesar de reconocerse católico considera que nuestra fe ha pedido mucho del camino que Jesús nos marcó.
Y es que soy el más ferviente creyente que una fe sin hechos, es una campana que no resuena por más que la toquen, el catolicismo se ha encerrado en esa parábola de los talentos, en donde es más fácil esconderlos que ponerlos a producir, a generar, el católico hoy en día cae en el error del confort de creer que son ser bueno y ser bueno con los padres, con los hijos y los esposos basta, nada más falso, pues es lo más sencillo del mundo, amar a quien te ama, amar a quien te cuida, te procura y te da de comer, quien te da dinero, te viste y te lleva al médico cuando enfermas.
Amar hasta que duela, hasta que sangre como Jesús, es algo solo para verlo los viernes santos cada año, nadie se plantea estas fechas como una oportunidad para reflexionar sobre las nuevas enseñanzas del maestro y menos es una oportunidad para la autocrítica, pues el mundo católico no es exactamente bueno en ese sentido, a las primeras críticas se les califica como de herejes, se les dice come curas y si la gente que no acepta la autocrítica y se enfada , les gustaría poder hacer como antaño, quemar en leña verde a quienes ejercen la crítica, calificándolos de brujos, herejes o brujas algo que disfrutaron hacer y se volvieron buenos aniquilando a millones de personas durante las Cruzadas, La Santa Inquisición y los juicios a brujas.
En el corazón del hombre poco o hasta nada ha cambiado, y eso me hace pensar que si Jesús volviera a vivir entre nosotros le crucificaríamos nuevamente, porque al final al no seguir sus enseñanzas eso hacemos, al convertir cada fiesta patronal de los santos en auténticas batallas campales en donde además con harto cinismo decimos que si no hay muertito en la fiesta entonces no estuvo buena.
Hoy la vanidad exacerbada en redes sociales junto con su violencia que en muchos de los casos pone como blanco a mujeres, hace ver mucha hipocresía en el mundo católico y que a pesar de que estos días pareciera que se vive con más fuerza la fe, parece más bien otro de muchos actos o poses para las redes sociales.
Al final en cada católico está la respuesta a cómo vivir y transitar no solo estos días, sino toda una vida, viendo la fe como una tabla de salvación (siempre que nos arrepintamos de una mala vida vivida) o viviéndola de tal forma, con valor, y con humildad para hacer de nuestra fe, un árbol que da frutos, un talento que produce intereses o si no hay más, ser como un profeta en el desierto, que ya no busca convencer a nadie, sino evitar que a él vengan a cambiarlo.
Hace 25 años decidí hacer de mi trabajo un servicio que en primera ayudara a la gente, que fuera una diferencia entre los demás colegas del gremio, y hace poco decidí renovar ese compromiso a pesar de que hoy en México hacer periodismo es un factor para ser asesinado o desaparecido.
A pesar de todo y en muchas ocasiones, a pesar de todos, sigo firme en este esfuerzo de servir, de poner en marcha los talentos (pocos) que se me han dado, haciendo de mi vida un esfuerzo por que los actos, mis actos, sean más elocuentes que mis palabras, pues al final el valor que ostento es el que Jesús nos pone de ejemplo al correr a los mercaderes del templo.
Ese Jesús es el que mueve las pocas fuerzas que a veces me quedan, pues hoy el mayor mal del mundo es la indiferencia.
Hoy como hace dos mil años, hay fariseos, hay romanos, hay personas que aman a Jesús, y sobre todo, muchos judas, pero de esos pocos pueden dar fe que las palabras del Señor, sus enseñanzas forman parte de su vida, hay quienes dicen amarlo, porque crecieron en la fe, son católicos por tradición pero no por convicción y estos son los menos valientes de todos, pero sí les gusta la parafernalia de portar cruces y golpearse el pecho de vez en vez.
Hay de todo como hace dos mil años, y eso me hace creer que, si Jesús viviera entre nosotros, el pueblo bueno y católico lo crucificaría nuevamente. Y también estoy seguro de que Jesús le diría a Dios, ¡Padre perdónalos, no saben lo que hacen!.
Pd. Dijo una voz popular:
«¿Quién me presta una escalera para subir al madero para quitarle los clavos a Jesús, el Nazareno?»
Oh, la saeta al cantar
Al Cristo de los gitanos
Siempre con sangre en las manos
Siempre por desenclavar…. Al padre ausente, Jesús, Facundo y Alberto.