Los buenos son los peores.
“Los buenos son más”, algún día yo también creí en esa frase al pensar que ante los problemas políticos y de inseguridad en el país, éramos más mexicanos los “buenos” capaces de dar la cara, enfrentar y mejorar las cosas, pero hoy he cambiado de opinión, hoy veo con pena que “los buenos son más”, pero en realidad son más cobardes más egoístas, e indiferentes. Hace mucho reflexionaba que la naturaleza del mexicano es la de esperar a que alguien más llegue a resolverle sus problemas, antes que los mismos ciudadanos se involucren y participen de manera activa en política o socialmente para cambiar los entornos más inmediatos que les generan inseguridad y malestar por el mal manejo de nuestros gobiernos. Pero cada día nos fuimos enfrentando a la realidad, más como periodista, lo cual hace que ahora me replantee la frase, en efecto en la sociedad hay más personas buenas que malas, pero estas personas buenas son en su gran mayoría cobardes, no intervienen ante las injusticias que atestiguan, “por no verse en problemas” o que al rato ellos padezcan represalias por haber intervenido, no es un tema de cautela, es cobardía, de miedo. Es verdad que las buenas personas están habituados a ser gente honesta, dedicada a su familia, a estudiar y preparase para lograr mejores condiciones en sus vidas, son gente muy trabajadora y preparada académicamente, conozco a muchas de estas personas que son de verdad ejemplares en su trabajo, son brillantes, amables en sus entornos familiares, no se les puede ver como otra mucha gente que son busca pleitos, o que son “gandallas” como una mejor definición. Son gente en su mayoría sencilla, centrada, honesta y trabajadora, pero que no son capaces de mover un dedo más allá de su núcleo familiar más cercano, padres, hijos, esposos o hijos, no, porque sus actos son en término más exactos son los de un egoísta, egoísta que no puede compartir ni sus virtudes, conocimientos o habilidades, o su éxito, ni su tiempo ni siquiera con sus vecinos de enfrente, mucho menos con un desconocido. Entonces los buenos son más, pero más cobardes, son más, pero más egoístas, son incapaces de enfrentarse y frenar una injusticia en la calle y ayudar a un desconocido, son indolentes, hoy pueden subir una foto o un video que grabaron ellos mismos, desde una mascota herida o abandonada en la calle o hasta un hecho más grave que involucre un abuso por parte de alguna autoridad, pero no detendrán su auto ni se bajarán para ayudar a la víctima, no saldrá de su casa o dígase, de su zona de confort para exponerse, porque a pesar de que sea una buena persona el límite es justificar su seguridad, el no verse involucrado en un problema que no es suyo, puede lanzar mil y una denuncia además de consignas por los hechos de los cuales fue testigo sobre todo en redes sociales, pero no irán más allá de eso, su cobardía y su miedo se lo impedirán. Por lo tanto ser bueno en la actualidad y bajo la realidad que hoy vivimos no es suficiente, hay que ser valiente si uno pretende que las cosas mejoren o cambien para bien, nadie pide interponerse para que una bala te impacte en el pecho, solo que seas valiente y no seas un cómplice silencioso de las injusticias, que sumes un grano de arena a la sociedad, que abandones el confort, el miedo a creer que te afectara intervenir en una injusticia cuando la realidad es que te afectará mas no intervenir, pues te vuelves cómplice, y cuando la vida de vueltas y seas tú el que se enfrente a una situación de violencia o injusticia, entonces desearas que de toda la gente que ves a tu alrededor grabando con su celular alguno de ellos te ayude, y nadie lo hará, te acordarás entonces de la vez que por miedo no quisiste intervenir y te arrepentirás, porque eso lo único que tiene a su favor el valiente, que jamás se arrepiente de actuar. Muchos de los buenos son indiferentes al dolor ajeno, no existe para ellos, o aunque lo reconozcan y tengan recursos o formas de ayudar para paliar el dolor de alguna persona que sufre, no son capaces de desprenderse de un billete (si de una moneda de baja denominación), de ofrecer ayuda con su tiempo o su trabajo, prefieren criticar la situación repartiendo culpabilidades pero sin olvidar que hoy quien pretende sentirse como bueno no se define por su educación ni por su dinero, sus valores o sus bienes, se define por sus actos. Los buenos son muy egoístas y lo peor es que ni se dan cuenta de ello, porque la gran mayoría no puede regalar, donar o aportar de sus bienes y sus frutos del trabajo y del estudio con gente ajena a su entorno familiar, por lo menos no son capaces si es que no hablamos de candidatos o candidatas en campañas electorales, el bueno es más egoísta, solo ve por él, incluso al ver solo por su familia es ver técnicamente por él, es incapaz de desprenderse de cosas más valiosas que una moneda o un billete, son incapaces de regalar tiempo, atención, ayuda profesional, donar su tiempo y retribuir a la sociedad. Los buenos son cobardes, indolentes y no puede regalar su tiempo, parte de sus recursos o su ayuda personal, su confort y su miedo los paralizan, los hacen tener mil y un justificantes y lo peor, replican en sus hijos lo mismo que son ellos, impidiéndoles que sean gente interesada en los otros, en el prójimo, les impiden involucrarse y participar enseñándoles que darle una moneda a alguien que la pide en la calle es más que suficiente para sentirse y creerse buena persona, que con eso basta y sobra y que habrá otros que ayuden y si no los hay entonces es culpa del gobierno. Extrañamente entre más educados, entre más recursos e ingresos, vaya, entre más ricos son, son más cobardes y miedosos, indolentes y egoístas, si bien no es la norma es la mayoría, y son los que asumen que regalando una moneda a quien les pide limosna en la calle es suficiente, del otro lado me ha tocado ver gente de menores ingresos, quizá sin una gran educación profesional, que al ver una injusticia intervienen, yo mismo conocí a gente que me prestó ayuda siendo adolescente y de la cual hoy no olvido su rostro y el momento en que me ofrecieron su ayuda desinteresada y valiente, y luego por redención busqué hacer lo mismo con otros, así como hoy sigo buscando ayudar a través de mi profesión a otras personas. Siempre he dicho que para ser periodista amen de los conocimientos profesionales, se tiene que tener elementos humanos como es la bondad, el servicio, es decir el querer ayudar, el ser valiente, incluso hay que ser un poco loco para dedicarse a esta labor más en estos tiempos de redes sociales. Por más de una década serví informando y metiéndome en problemas ajenos, por más de una década trabajé con sueldos que eran menores al salario mínimo, cobrando 20 pesos por una noticia publicada, cuando los pasajes, la comidas y el gasto de celular consumía ese poco ingreso, así serví, convencido de que mi trabajo llevaba justicia a mucha gente que no conocía. Pero hoy veo a una sociedad que cada día es más cobarde y cada día es más indolente y egoísta, y servir a una sociedad así es algo que no me agrada, porque además algunos asumen que tienen derecho a decirte que informar y como informarlo, porque en medio de una sociedad cada día más empobrecida, hoy existen muchos que justifican y aplauden el huachicol, que aplaude las injusticias y aplauden abiertamente a los ladrones y alaban a los narcos y ladrones en canciones y declaraciones en redes sociales, a diario las leo. A esa sociedad no le puedo aceptar ninguna expresión, porque no hay moral en lo que piden, porque incluso ven en nuestro trabajo un enemigo y se lanzan a diario en las redes sociales a amenazar o tratar de desacreditar nuestro trabajo, nos piden por ejemplo que dejemos en paz a los rateros, a los huachicoleros y vendedores de droga, a tal grado ha llegado esta parte de la sociedad podrida que en las expresiones de verdad y justicia ven un peligro para ellos y buscan callar estas expresiones, les molesta la gente buena que es correcta que es legal que paga sus impuestos y trabajan, la gente podrida odia todo lo bueno y a los buenos. Y lo peor no es que existan estas escorias de la sociedad que aplauden el delito y son los promotores de las grandes injusticias que se viven en la sociedad, lo peor es saber que hoy no hay una sociedad o personas buenas que apoyen a los medios y a los periodistas, que defiendan su labor y sus reportes, porque recordemos que son cobardes, porque es más fácil leer los comentarios y a pesar de que apoyen o no al medio, deciden no intervenir por cobardía, por miedo que en redes sociales les vayan a linchar, y es que desde hace una década el apoyo social a los periodistas ha ido desapareciendo, ahora cada día más acelerado con los ataques del presidente desde su misa mañanera, ataques que sus seguidores replican sin entender que cada medio debe ser analizado en su particularidad y no caer en la generalidad de un concepto. Los buenos son cobardes y egoístas, pero no solo eso, son ingenuos al pensar que desde la inacción, desde el confort y seguridad de sus hogares, la desgracia que generan las malas personas, no tocara nunca a sus puertas, porque piensan que lo malo únicamente le sucede a la gente mala, por eso lo mejor sería elegir por convicción ser valiente, y no es que se trate de salir y ponerse una capa y enfrentar la maldad del mundo, sino de hacer por lo menos una péquela acción todos los días sin falta, que nos permita formarnos un hábito, el de no permitir ser indolentes ante el dolor y la injusticia, con actos pequeños pero diarios un día descubriremos que somos valientes, que somos empáticos, que eso nos hará sentirnos bien, que seremos mejores personas y que eventualmente no nos arrepentiremos de haber podido ayudar a las personas porque cuando tuvimos la oportunidad lo hicimos.
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